Cruzar el estrecho de gibraltar
Por su parte, los subsaharianos habían sido aleccionados para no decir de dónde eran.
Así no podrían repatriarles. Según contaban, la Guardia Civil los solía tener en cuarentena algún tiempo, y en la mayoría de los casos, les daban una orden de expulsión, pero sin poder llevarla a cabo. Después, les dejaban libres para deambular por el país, aunque, eso sí, sin opción a conseguir un trabajo al carecer1 de permiso de residencia.
El otro tipo de emigrantes que no pasaban por Marruecos eran los sudamericanos, entre los que podría contrase él. Generalmente, estos emigrantes viajaban en avión, entrando como turistas con un billete de ida y vuelta, sin llegar a utilizar este último. Su situación, claro está, era irregular y podían pasar años antes de que consiguieran regularizar sus papeles.
Alguien le había asegurado que los cubanos gozaban de un régimen especial, como refugiados políticos, a causa de la dictadura comunista de Fidel Castro. En la mayoría de los casos, les concedían un permiso temporal de residencia.
Eso era una buena noticia para él, si era verdad…
Ya se distinguía la playa. Era una interminable costa arenosa.
Se palpó el bolsillo. Había comprado una pequeña guía de bolsillo del sur de España, así que en todo momento sabría dónde estaba.
De todas formas, había memorizado el recorrido, pueblos y ciudades que se encontraría en el camino : Tarifa, Algeciras, Marbella, Málaga.
Con un golpe seco, la zodiac varó en la arena2.