Desarrollo humano
Un repaso a las paradojas de la región
Por REBECA GRYNSPAN
Si América Latina fuera una persona, se le diagnosticaría un trastorno bipolar. Acudiría a las elecciones a votar, pero tendría serias dudas sobre las promesas electorales. Recibiría una educación primaria, pero sólo trabajaría en la economía sumergida. Se establecería como autónomo, trabajaría mucho, pero no gozaría de la seguridad de una pensión y sus ingresos, muy limitadas, apenas llegarían para cubrir sus gastos sanitarios y las necesidades básicas de su familia. Los síntomas de esta condición se manifiestan en las tres paradojas principales que se observan en esta región: hay más democracia, pero una parte creciente de la población cuestiona su capacidad de mejorar sus condiciones de vida: hay crecimiento, pero la pobreza se encuentra en sus niveles más altos desde los 80; y aunque se han realizado reformas económicas, los resultados distan mucho de ser los esperados. Las consecuencias políticas, sociales y económicas de los últimos 20 años de democratización y desarrollo son dispares. América Latina lleva más de dos décadas de gobierno democrático, en las que a vivido tiempos de crecimiento y de grandes mejoras en terrenos importantes como la sanidad y la educación. Sin embargo, los niveles de desigualdad, pobreza y desempleo permanecen elevados, suscitando preguntas de importancia vital sobre la relación entre democracia, desarrollo y política. El juego entre estos tres polos dibuja el perfil de una región frágil pero obstinada, cuyo futuro dependerá de su compromiso y su capacidad de resolver sus paradojas y lograr que la democracia y el desarrollo funcionen para todos.
Estos desequilibrios inspiran el análisis, el debate y los esfuerzos hacia el cambio en la región. Entre ellos está el informe: La democracia en América Latina: Hacia una democracia de los Ciudadanos, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que