Y aquel día…

Este texto fue sacado de una novela del escritor cubano Alejo Carpentier y cuyo tema es la dictadura. La escena pasa en un país que vive bajo un régimen dictatorial y parece que el Primer Magistrado, es decir, el Dictador, ha muerto. Todo el país se despierta poco a poco y toda la gente se atreve a mostrar su alegría. Desgraciadamente, se dan cuenta de que era sólo una superchería: en realidad, el Primer Magistrado había hecho difundir la noticia de su muerte para ver la reacción de su pueblo. La expresión “Y aquel día…” encabeza la primera frase como si el autor fuera a contarnos un cuento. El demostrativo “aquel” nos sugiere que se trata de un tiempo lejano pero si es todavía posible recordarlo es porque fue particular y excepcional. Esto se confirma ya que el autor no recuerda sólo el día sino también la hora, es decir “a eso de las 3 de la tarde”. Después, tenemos una sucesión de cinco frases en las que no hay verbos, lo que permite poner de relieve la progresión en el número de teléfonos que suenan (“unos”, “más numerosos”, “una multitud”, “un vasto coro”, “un mundo”) y también los sentimientos de la gente que recibe y la transmita a otro gente (“subidos de tono” “impacientes”). A partir de la línea 5 pasamos poco a poco a impresiones visuales porque se concreta cada vez más la presencia de la gente: primero se oyen voces, después son las casas que se abren, por fin todos salen a la calle y como en las primeras líneas, tenemos una gradación en el número (“uno” “diez” “las gentes” “cortejo” ) para amplificar este movimiento general, el autor emplea diferentes procedimientos: la repetición de la conjunción “y” ; al contrario de las precedentes líneas, hay una multitud de verbos que traducen la acción y también los sentimientos de la gente; la evocación de sitios diversos como si la gente invadiera toda la cuidad. (“patio” “esquina”) Todo esto culmina en las líneas 14 y 15 con un clamor final “Viva la libertad” que nos confirma que se trata