Cinco horas con mario
Con Cinco horas con Mario, Delibes pone en práctica una técnica literaria que apenas contaba con antecedentes inmediatos en la narrativa española: el monólogo interior.
Cinco horas con Mario supone un nuevo modo de mostrar la realidad, ahora presentada a través de las palabras de una mujer, que presenta los problemas, las obsesiones y la vida cotidiana de los españoles de ese tiempo, y constituye, por tanto, un extraordinario testimonio de la España de los años sesenta.
Cuando el lector se enfrenta a la lectura de Cinco horas con Mario, espera hallarse ante una novela cuyo protagonista sea Mario, lo cual puede deducir por el título. Pues bien, esta expectativa del lector será, en cierto modo, desarticulada cuando se efectúe la lectura de la obra: más que “cinco horas” con Mario, el lector las ha pasado con Carmen.
Carmen es una mujer que, tras la inesperada muerte de Mario, su marido, pasa a solas con él la noche del velorio. Durante cinco horas, Carmen recuerda su vida matrimonial con un hombre con el que nunca llegó a una unión plena, pues nunca se comprendieron mutuamente. A lo largo de la noche, Carmen se refiere también a diversos temas y problemas de la sociedad española en la que habita. Todo lo que Carmen piensa y siente durante estas cinco horas queda expuesto ante el lector en forma de monólogo o soliloquio.
La obra se abre con una esquela[1], que sirve de presentación del tema y de elemento impactante para el lector, además de ser un símbolo inusual en una novela. En ella aparecen datos que serán de sumo interés para la comprensión de la novela y que más adelante, en el transcurso de la misma, no vamos a volver a encontrar de manera tan explícita: los distintos personajes con sus respectivos parentescos familiares, el lugar exacto en el que se desarrolla la obra (“Casa mortuoria: Alfareros, 16, dcha”) y la fecha concreta en la que suceden