El corazon del tartaro
Lo peor es que las desgracias no suelen anunciarse. No hay perros que ululen al amanecer señalando la fecha de nuestra muerte, y uno nunca sabe, cuando comienza el día, si le espera una jornada rutinaria o una catástofe. La desgracia es una cuarta dimensión que se adhiere a nuestras vidas como una sombra ; casi todos los humanos nos las apañamos para vivir olvidando