La monja gitana, Federico García Lorca:
V. 1 à 2: Para empezar, estos versos representan una evocación de un ambiente de mediterráneo, probablemente a principio de la tarde: “Silencio de cal y mirto” = Momento de la siesta, de más calor. Hay casi solamente dos colores: el blanco y el negro que es el reflecto del mirto con el sol. Es como una película y luego, poco a poco, nos acercamos de la iglesia y de la monja. Estos colores son ellas de la monja y el violeta de las malvas son ellos de la sortija del obispo, color místico.

V. 3 à 4: Descubrimos a la monja. Su labor no va a resultar muy contrasto. Solo hay flores amarillas sobre una tela amarilla.

V. 5 à 6: El verbo “vuelan” no muestra como la monja es distraída. Además, un rayo de sol ha entrado, pasa a través de la araña y distrae también a la monja. En efecto, el prisma, nos permite de descubrir los colores del arco iris que despiertan el corazón gitano de la monja. Pasamos de ausencia de colores en explosión de estos.

V. 7: Ahora, se despierta el oído de la monja. No sea tan concentrada. Un ruido le llega desde la iglesia y asimila este ruido a un “gruñido” (sonó sordo).

V.8: Finalmente, la monja compara este gruñido al oso, es el resultado de su imaginación. El gruñido evoca para la monja “el oso” que amaestraban los gitanos. Son recuerdos para ella. Además, la postura descrita por el poeta es una postura anti natural por el oso. Se pone así únicamente par jugar con los niños. En esta postura se siente sin defensa. Podemos suponer que este oso es simplemente un animal derribado.

V.9 à 15: Volvemos a la realidad de la monja. Inmediatamente después, quisiera bordar flores de su fantasía. Otra vez, se escapa en su imaginación. Piensa en floras enormes con colores vivos y materiales brillantes. Es la aparición de la gitana que es rápidamente pasada por la realidad de la monja.

V. 17 à 18: Se despierta el olfato y el gusto de la monja. Endulzar frutos será una actividad de esa