Amenaza china
Estos últimos años, China no para de subir a nivel de competitividad, respeto al resto de los países. De hecho, ha ganado 12 puestos en el ranking de la competitividad del Instituto Internacional de Desarrollo de Gestión.
China multiplica sus esfuerzos y lucha para ser la mayor potencia del mundo. Para lograrlo, cuenta con las empresas del país, que trabajan con objetivos pesimistas pero a su alcance: ser multinacionales, pertenecer a las 500 empresas más importantes de mundo, etc. Son estas metas que dirigen la vida cotidiana de los trabajadores, tengan el nivel de responsabilidades que tengan, y que les empujan a superarse. Además, para lograrlo, están muy atentos al mercados, sus competidores, las necesidades de los consumidores y las amenazas.
Expertos de BCG y de Wharton señalan que las empresas chinas emergentes disfrutarán de ventajas con las que muchas empresas occidentales no están preparadas para batallar, como el importante ahorro de costes en salarios y requisitos de seguridad, la total falta de preocupación con la protección de propiedad intelectual y la ausencia de regulación específica, los bajos costes de implantación y muchos más.
Los asiáticos se están esforzando para ganar puntos en los distintos niveles de competitividad. Su atracción para la internacionalización, las alianzas estratégicas que tienen con ciertos países, su expansión comercial tanto dentro como fuera de las fronteras, son características que ayudan el país a expenderse.
Los gobiernos y las grandes instituciones tienen el control y el conocimiento del mercado local e internacional y dan un empujón a las empresas, particularmente con la privatización, a partir de los años 90. Dicho control se explica entre otras, por el comunismo y el desarrollo del capitalismo, y por el avance tecnológico del país y la importancia que da a la investigación. De hecho, China tiene la denominación de “laboratorio del mundo”.
En segundo lugar, la