Para una lectura de el eternauta
Lucas Berone (U.N de Córdoba)
La pregunta inicial, que dio origen al presente trabajo, se podría formular del siguiente modo: ¿cómo hacer posible, desde el análisis del discurso, el abordaje de la historieta (más específicamente, la historieta tal como fue producida en nuestro país a mediados del siglo XX) y de las relaciones que ésta establece con el sistema literario nacional de una época?
Podríamos arriesgar la siguiente descripción. El comic articula un vínculo de doble signo respecto de la serie literaria: estigmatizado, por los escritores, críticos y profesores universitarios, como un arte o género menor, se mueve alrededor de la literatura y la asedia constantemente, operando dialógicamente sobre sus productos (las obras literarias) y sometiéndolos a procesos de vulgarización y difusión masiva1, o bien, transformándolos en objetos de experimentación estética2. Desde este punto de vista, sería posible concebir el sistema de la literatura nacional (con sus fundaciones, sus tradiciones, sus traiciones, sus rupturas vanguardistas y sus desvíos) como formando parte de las condiciones de producción de la historieta argentina de mediados del siglo XX.
La hipótesis central que pretendemos demostrar aquí (aunque más bien se trata apenas de iniciar el camino para su demostración) se podría formular del siguiente modo: la construcción del argumento (es decir, la realización de un guión para historieta) constituye la dimensión fundamental a través de la cual la producción historietística nacional incorporó las tensiones propias del sistema literario de la época. Así, el nivel de la historia (o fábula) será el lugar donde los requerimientos temáticos, compositivos y estilísticos propios del comic se intersectan con las principales políticas de escritura provenientes de los diferentes sectores del campo literario nacional; el lugar donde la evolución del género historieta se inscribe en la evolución del