¿Cómo nos ven los franceses?

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urante años, España ha sido heroica y salvaje, desgraciada y católica, romántica y sangrienta, exótica y sucia, valerosa 1 y cruel. Los propios españoles lo alimentamos, tal y como explicaba Berlanga 2 en Bienvenido, Mr Marshall. Esa España en blanco y negro sobrevivió como imagen a la muerte de Franco, y nuestros vecinos esperaban entonces ver de nuevo los fusilamientos en nombre de Dios. En vez de eso descubrieron un país en el que la gente salía de marcha 3 y había rutas del bakalao 4 . Era la movida. El fracaso de Tejero 5 les convenció de que la España de sol y sombra había pasado, y que la nueva, la de verdad, era la de Almodóvar. Para los franceses ha emergido una España distinta, competitiva, en la que los servicios funcionan -Barajas 6 aún no lo ha desmentido del todo-, en la que se disfruta de una calidad de vida inimaginable en París, respetuosa con la vida privada de cada uno, puntual, eficaz, cómoda y muy atractiva. Pero vayamos por materias. En literatura, hoy se traducen más autores españoles al francés que franceses al español. En el Olimpo del cine hispano montado por los franceses sólo hay pedestal para un solo dios. Buñuel lo monopolizó durante tiempo; luego fue Carlos Saura, que encarnó la moderna resistencia antifranquista; y después llegó Almodóvar y lo tiene en propiedad. En música, los franceses han visto nacer los Rita Mitsouko, Mano Negra -luego reconvertido en Manu Chao-, Zebda, Sergent García -cantan en español a veces. La moda es más latina y salsera que española, pero está en pleno auge 7 . Y en arte somos, sin duda, un país de pintores. Los franceses están convencidos de ello porque Picasso y Miró se dieron a conocer en París, y fue allí donde se convirtieron en grandes figuras. Las retrospectivas de Goya tienen un éxito enorme. Respecto a los negocios, el éxito internacional de Zara o Camper permite escribir que España vive dentro de la eurobeatitud. Sorprende la velocidad con que se está