La intrusion de literature en cinema
¿Es la película un arte o una industria? fue una de las preguntas de muchas personas del mundo cultural, de la intelectualidad espiritual en general. ¿Dónde acaba la industria y dónde empieza el arte? La imagen es un cuento y el espectador necesita tiempo para descifrarlo. De esta manera, el espectador llega a ser menos “cautivado” por este cuento. “Hay que llegar a este punto extremo donde las cosas hablan por sí mismas” decía Roberto Rossellini. Eso anunciaba el neorrealismo cinematográfico, un neorrealismo que buscará de ahora en adelante en la película un poder de abstracción análogo al de la novela. El cine empieza a ser poco a poco todo “un lenguaje”. El problema con el que se confronta el cineasta es si quiere expresarse con la libertad del novelista, al neutralizar en cierta medida la imagen, dejándola sin realismo, para transformarla en un signo abstracto como la multitud de palabras colocadas minuciosamente en una obra literaria. Cuando se ponen en balance las interacciones de los dos sistemas de expresión y de comunicación que constituyen hoy en día el lenguaje de las palabras y de las imágenes, en una sociedad que se reconoce ella misma como “una civilización de la imagen”, se puede notar un rechazo de la idea de jerarquía entre los objetos culturales. Si las técnicas de la imagen representan uno de los puntos de cristalización del imaginario social contemporáneo, lo que es posible en la medida en que juegan un papel cuantitativo tan importante como otros factores constituyentes de una cultura como la literatura, por ejemplo, o las bellas artes. Me refiero sobre todo a este punto de vista cuantitativo que se debe tomar en cuenta, dejando a un lado cualquier juicio sobre el valor estético: la impregnación general del contemporáneo por el visual cinematográfico (o televisivo) es más importante que la visión particular de las grandes obras maestras