MUNDO Y SOCIEDAD
Beaurepere
Quentin

Después de Fuego en 1996 y Earth en 1998, la realizadora canadiense indo Deepa Mehta cierra su trilogía de los elementos naturales. El primer aspecto contaba la historia de dos mujeres, los dos decepcionadas por un matrimonio arreglado faltado, y cayendo enamorados una del otro. El segundo mencionaba la división dolorosa de la India y Pakistán en 1947. Con Agua, Deepa Mehta combate la tradición mortífero que quiere que las viudas pasan a ser apostaron de la sociedad, encerradas en casas de las que sólo salen a su muerte. Estos temas, aunque muy diferentes de los otros, hacen la totalidad parte de la misma problemática. Ya que, como la mayoría de los cineastas indios trabajando en el extranjero ( a la notable excepción de Sr. Night Shyamalan), Deepa Mehta siempre ha guardado, en su trabajo, un vínculo muy estrecho con su país de origen. Y es a la vez con pudor y una gran libertad que se pregunta sobre las contradicciones de esta gran nación.

Chuyia sólo tiene siete años, pero su vida ya no tiene más de sentido. Su marido acaba de morir, y ya hay para ella juegos o mundo exterior. Actualmente, debe vivir con otras viudas en el “ashram”, un pueblo poblado de mujeres fantasmas vestida de blanco y completamente calvos (el cabello afeitado que es sinónimo de viudez). Su llegada causa alborotos en esta casa cerrada dónde los hombres no tienen acceso. Ya que Chuyia, a pesar de su joven edad, plantea las buenas cuestiones: ¿por qué no existe “casas de viudos”? ¿Si estas mujeres se consideran como a mitad muertas, olvidaron lo que ellas eran también “a mitad en vida”? Estas interrogaciones que rechazan la mayoría de las viudas perturban lo más joven de entre ellas, Kalyani, que está también el solo de guardar su cabello y que, la noche, se prostituye para pagar los gastos de la casa…
El tema de Agua es extremadamente duro, pero nunca hay para Deepa Mehta caer en el pesimismo. El retrato de estas mujeres sin presente ni de futuro,