Una historia cumun
(Habla un perro llamado Drake)
Yo no creo haber hecho nada malo esta mañana... Me parecieron todos muy nerviosos. Iban y venían por los pasillos, esquivándose unos a otros. [...] La pequeña - la más amiga mía- chocó contra mí dos o tres veces.. Yo le buscaba los ojos, porque es la mejor manera que tengo de entenderlos : los ojos y las manos. El resto de su cuerpo ellos lo saben dominar y, si se lo proponen, pueden engañarte(l) y engañarse entre sí ; pero las manos y los ojos. no. Sin embargo, esta mañana mi pequeña no me quería mirar. Sólo después de ¡r detrás de ella mucho tiempo, en aquel vaivén desacostumbrado, me dijo : "Drake. no me pongas nerviosa. ¿No ves que nos vamos de veraneo, y están los equipajes sin hacer(2) ?" Pero no me tocó ni me miró.
Los tres mayores(3), m¡ pequeña, su hermano y yo... Era difícil caber en aquel coche, tan cargado de bultos(4) ; pero estábamos bien, tan apretados todos. Yo me acurruqué(5) en la parte de atrás, bajo los pies de los niños. La madre de él(6) se sentó en un extremo, que suele ser su sitio.
Fue cuando ya habíamos perdido de vista la ciudad. Él se echó a un lado y paró el coche. [...] Él bajó del coche y cerró de un portazo ; le dio la vuelta(7) ; abrió la puerta del lado de los niños, y me agarró por el collar(8). Yo no entendí. Quizá quería que hiciese pis, pero yo lo había hecho en un árbol mientras cargaban y disponían los bultos. Me resistí un poco, y él. con mucha irritación y voces(9), tiró de mí. Me hizo daño(10) en el cuello. Me bajó del coche. Empujó con violencia la puerta, y volvió a sentarse al volante/OÍ el ruido de! motor. Alcé las manos hacia la ventanilla ; me apoyé en e! cristal. Detrás de él vi la cara de mi pequeña con los ojos muy redondos ; le temblaban los labios(11)... Arrancó el coche, y yo caí de bruces(12). [...] Tanto miraba en dirección de los desaparecidos que me distraje, y un coche negro no pudo evitar atropellarme(13)... [...]
Me duele la pata