La torre Eiffel es el edificio que más representa a Francia. En efecto, cuenta con más de 6 millones de turistas al año. Cada día, miles y miles de extranjeros (iy franceses!) esperan con paciencia las largas horas colas que les separan de la elegante torre francesa. Aquel día, el 14 de septiembre de 2010, se presentó como un día normal en la capital francesa. Como de costumbre, muchos turistas vinieron a ver la torre. Por la noche, alrededor de las ocho, el gerante de la torre recibió una llamada anónima, sacada de una cabina telefónica. El gerante previno a la Policia que declaró una alerta a la bomba. Entonces, se echó a plantear un plano de seguridad para evacuar la torre lo más deprisa posible. Dos mil personas debieron salir para dejar las fuerzas armadas inspectar cada planta. Además, el Champ de Mars en el que miles y miles de personas estaban fue evacuado también. Precavidos, se pusieron a trabajar durante tres horas. Finalmente, llegaron a terminar y declararon que se trataba de una falsa alarma. La torre volvió a abrir a medianoche. Sin embargo, la policía siguió estando vigilante. Además, otra alerta a la bomba estuvo declarada en la estación Saint-Michel aquel mismo día. La Policia temía un atentado terrorista, a cause de la proximidad de la fecha del 11 de septiembre en los Estados Unidos. Apenas dos semanas después, la torre volvió a estar al centro de todas las atenciones. El 21 de septiembre, un anónimo llamó otra vez de una cabina telefónica, justo detrás de la torre. Volvió el gerante a efectuar una evacuación mucho más importante que la primera vez, porque nadie podía entrar en una zona de 300 metros alrededor de la torre. La Policia volvió a hacer una inspección minuciosa, y vino a decir que el peligro estaba aislado. En efecto, dos horas después, una gran cola para visitar la Torre Eiffel se había creado.
Los servicios secretos ya estaban convencidos de que Francia cruzaba un periodo de atentados, y los acontecimientos recientes lo