Vidas cambiadas para huir de cuba
Hace once años, Bernardo se largó de su país en balsa, en una travesía clandestina de siete días que estuvo a punto de costarle la vida. Afincado desde entonces en Las Vegas, donde trabaja como taxista, tiene allí casa y una hija de dos años con María Teresa Fernández, también cubana y emigrante. En definitiva, una vida hecha. Hay que decir que Bernardo, de 42 años, es físicamente muy parecido a su hermano Fidel –un año menor que él–, y que desde 2000 viaja periódicamente a La Habana a visitar a su familia. «Durante estos viajes, Fidel utilizaba mi pasaporte para entrar en los hoteles y hacer las cosas que los cubanos no podemos hacer en nuestro país. Nunca nos pasó nada y así fue como se nos ocurrió que saliera de Cuba con mis documentos», cuenta, con voz apagada, en la humilde casa del barrio de Marianao, en la que vive desde hace dos meses con su madre, su cuñada y su sobrino. La idea era que Fidel saliese con su pasaporte, vía México, y que allí le entregase los documentos a una mula (contrabandistas que llevan dinero y paquetes a Cuba a cambio de recompensa dineraria), que se los traería rápidamente a La Habana. «Todo ocurrió según lo previsto. Mi hermano salió el 12 de marzo sin dificultades y el día 14, yo recibí el pasaporte.
El día 16, cuando traté de viajar, en la aduana se dieron cuenta de que alguien había salido con mis documentos y me detuvieron».
Desde hace dos meses está en libertad, pero varado en un país en el que no quiere estar. «Esto es una locura. No pueden acusarme de ningún delito, no hay falsificación de documentos ni suplantación de identidad.
Quien se marchó fue mi hermano y lo dejaron salir».
La cosa, en verdad, es retorcida. Fidel entró en Estados Unidos por la frontera con México y está viviendo con María Teresa y su hija, Ángela
María.Ya ha empezado a trabajar en un casino, y le va bien, aunque lamenta lo que le está pasando a su hermano. A su vez, Bernardo vive con la esposa y